viernes, 1 de junio de 2018

Relación de confianza dentista - paciente


El momento de ir al dentista no siempre es fácil para muchos pacientes. Los hay incluso que tienen miedo a la consulta (lo que se conoce como odontofobia) por múltiples razones. Sin embargo, esta situación está cambiando poco a poco, y la relación dentista-paciente se caracteriza cada vez más por un clima de confianza entre ambos.
Sin duda, lo más importante es mantener esa confianza a lo largo del tiempo. Y el primer paso en la relación dentista-paciente lo tiene que dar el profesional en la primera visita. Al fin y al cabo, no solo es quien debe averiguar qué le ocurre al paciente; también tiene que comunicárselo con lenguaje cercano y sencullo para que éste lo entienda.
Otra de las claves para el dentista está en saber desarrollar una gran capacidad motivadora. Gracias a la motivación, logrará que el paciente se marque una meta, que es recuperar la salud de su boca, y tenga además una actitud positiva y optimista para alcanzarla.
Cada persona que compone el equipo clínico dental cuenta con unas capacidades únicas y propias que ayudan a formar un equilibrio perfecto entre todos los miembros de nuestras clínicas dentales. Y aunque cada labor y competencias están perfectamente definidas ( auxiliares, recepcionistas, higienistas, técnicos de laboratorio, odontólogos, etc.) la coordinación y colaboración en todos los aspectos de la clínica por parte de todos los miembros del equipo es fundamental para el éxito final del tratamiento. Todos tienen su función, pero no son ajenos a lo que sucede en el resto del tratamiento del caso a solucionar.
El trabajo de ganarse la confianza del paciente por parte de nuestros odontólogos, auxiliares y otros trabajadores hace posible un ambiente ameno y relajado, pero a su vez comprometido y serio.
Hoy en día, en la sociedad actual, la imagen y el concepto del odontólogo han ido cambiando con el tiempo, se han realizado grandes avances científicos, se ha mejorado la técnica de ejecución de los tratamientos, los equipamientos se han modernizado y los materiales se han vuelto mucho mas estéticos. Todos estos aspectos ayudan a establecer las bases de una mejor relación paciente–dentista. Pero si se deja de lado el trato humano, la relación cercana y la empatía, entonces todos esos avances no servirán para nada.
 Me gusta pensar que ser “el dentista de confianza” de algunos de los pacientes a los que trato, es algo que tiene mucho más valor del que podría parecer. Para un dentista, saber que un paciente confía en ti, te permite realizar los diagnósticos y tratamientos de una manera más sosegada, sin estrés ni cortapisas, y por ende, de mejor calidad. Más aún, la relación dentista-paciente se basa en la confianza y ésta a su vez, en la ética.
Confiar en el dentista hoy en día parece algo sencillo. Los medios de comunicación generan en el consumidor una respuesta natural de confianza, pero se trata de una sensación “publicitaria“, una falsa confianza, que no está basada en hechos. Cuando hablamos de confianza, siempre nos referimos a una confianza informada, el profesional debe darle al paciente la información sobre su estado bucal y sobre como solucionar su problema. El paciente debe confiar en el dentista  tomando  una decisión informada, aconsejado por el profesional.
Es posible que se acabe desarrollando una amistad con el odontólogo tras meses (o años) de consultas. Pero no tiene por qué ser así necesariamente. Simplemente puede establecerse una relación dentista-paciente similar a la de un profesor con el alumno. Yo lo tengo muy claro, además de odontólogos profesionales, somos personas, y el paciente también lo es, por lo que nos merecemos un trato humano cordial recíproco, eso genera confianza. Es una máxima que tengo siempre presente.

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