Es indiscutible que, hoy por hoy, la odontología ha avanzado vertiginosamente, tanto en el campo científico como en el tecnológico. Dentro de los avances clínicos podemos ofrecer a nuestros pacientes soluciones que hace unos años eran impensables.
Pero todo este caudal de conocimientos, estos avances médico-tecnológicos y esta gran saber hacer profesional no es valorado en muchos casos por el paciente si no es acompañado de un trato humano por parte del equipo profesional que atiende su caso. Vivimos en una sociedad que está sufriendo una pérdida de valores considerable, en la cual tanto la moral como la ética se van dejando de lado, justificando tal actitud en aras de la modernidad. Estamos yendo hacia una sociedad fría y deshumanizada, en la que pedimos caridad para los pobres del tercer mundo, y no le damos los buenos días a nuestro vecino de al lado, se pasan horas delante del ordenador o hablando por el teléfono móvil, o frente a una consola de video juegos; sacrificando la comunicación directa y la calidez del contacto social, muchas veces sin ser concientes de ello.
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