LA SALIVA: su importancia es vital
La saliva es clave en el mantenimiento de la salud bucodental. Sin embargo, todavía no recibe la atención necesaria por parte de los profesionales sanitarios y los pacientes. La saliva no sólo se ocupa de ayudar al proceso de masticación y digestión de los alimentos, sino que también protege la superficie interna de nuestra boca y dientes. Incluso puede ayudar a diagnosticar ciertas patologías como diabetes, enfermedades periodontales o cáncer oral a través del análisis de sus microorganismos.Además, la saliva juega una función defensiva natural frente a las caries, ya que diluye y elimina los azúcares y mantiene constante el PH de nuestra boca. “Gracias a su PH alcalino y a su capacidad tampón, arrastra los restos de comida que quedan en la boca, neutraliza los ácidos producidos por la placa bacteriana y aporta a los dientes el calcio y fosfato necesarios en un proceso que se denomina remineralización
Las variaciones de este flujo salival, así como su composición pueden originar una mayor prevalencia de caries. Según últimos estudios, se ha observado que personas con menos secreción salival, que se caracteriza por tener la boca seca, tienen mayor probabilidad de presentar caries dental en comparación con aquellas con flujo salival más alto.La cantidad adecuada y calidad de nuestra salivaLa cantidad y composición de la saliva son, por tanto, muy importantes en el mantenimiento de un óptimo estado de salud bucodental. El promedio de flujo para gozar de una buena salud oral es aproximadamente de 1 a 3 mililitros de saliva por minutos. Si la cantidad de saliva segregada es mayor a lo habitual, se produce una sensación de babeo constante que puede provocar lesiones erosivas en los labios o la piel de la cara.
Por el contrario, si la cantidad de saliva disminuye –hiposalivación-, afecta severamente a la salud bucodental ya que produce la sensación de boca seca o xerostomía, que deriva en problemas para tragar, hablar y comer, e incluso llevar prótesis. Puede producir asimismo dolor e irritación en la mucosa y sensación de quemazón en la lengua.
La edad, el sexo, el número de dientes, la deshidratación, la respiración oral o aspectos psicológicos como el estrés puede reducir el flujo de las glándulas salivares. También es frecuente esta variación a consecuencia de “algunas enfermedades sistemáticas que producen destrucción progresiva de las glándulas salivales entre las que destaca la demencia o por el consumo de ciertos medicamentos
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